Capítulo 1761
Azula miró a Mauro con indiferencia, un aviso silencioso de que ya no había vuelta atrás.
El daño estaba hecho y no había nada que pudiera reparar las heridas de su corazón.
Mauro levantó la copa que Azula había servido y la vació de un trago. “Azula, lo siento mucho.”
Si el destino le diera otra oportunidad, jamás volvería a hacer algo que la lastimara.
Pero no había segundas oportunidades.
Azula ni siquiera lo miró. Llenó su copa de nuevo y señaló las tapas sobre la mesa. “Esta carne de vaca es de mi propia hacienda, y el pescado a la criolla viene de mi estanque. ¿Qué tal el sabor?”
Cuando decidieron estar juntos, hace años, cocinaban juntos cada vez que Azula tenía un descanso. Ninguno de los dos sabía cocinar bien, así que sus platos eran un verdadero desastre culinario.
Pero como lo hacían juntos, a pesar de todo, siempre terminaban comiéndoselo todo.g2
Esos momentos fueron tan hermosos como efímeros,
Ahora, Azula, obligada por la vida, había adquirido excelentes habilidades culinarias.
Solo con ver la comida se sabía que estaría deliciosa, pero Mauro temía empezar esa cena.
Porque sabía que ese sería el último plato que compartirían como pareja.
Intentaba prolongar el momento tanto como pudiera.
Al ver que no tocaba la comida, Azula finalmente lo miró a los ojos. “¿Acaso el presidente Mauro se ha vuelto demasiado refinado para estos humildes platillos campesinos?”
“No es eso.” Mauro, con la mano temblorosa, tomó un poco de la carne de vaca y lo masticó lentamente. “Está muy tierno y el sabor es excelente.”
Azula asintió con la cabeza y dijo: “Prueba también el pescado.”
Mauro obedeció y probó un bocado. “El pescado también está bueno.”
Azula levantó su copa. “¿Brindamos?”
Mauro dudó, pero finalmente chocó su copa con la de ella.
Luego de dos copas, con la voz ronca, Mauro solo pudo decir, “Azula, de verdad, lo lamento.”
Azula no respondió y se sirvió otra copa.
Mauro extendió la mano para detenerla, pero se detuvo al ver el desapego en sus ojos. “No bebas demasiado, sabes que no te sienta bien.”
Azula vació la copa de un trago. “¿Quién dice que no aguanto la bebida? Llevar adelante una hacienda sola no ha sido fácil, mi tolerancia al alcohol ha aumentado con el paso de los años.”
Sí, no debió ser fácil para ella, asentarse en un lugar desconocido y hacerlo su hogar, solo ella sabía las dificultades y la soledad que enfrentó.
Pensando en todo lo que ella había sufrido, Mauro solo podía repetir, “Azula, lo siento.”
Azula sonrió levemente. “Mauro, acepto tu disculpa y te perdono.”
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Capítulo 1761
Mauro deseaba que ella lo regañara, que le dijera que jamás aceptaría su disculpa, que nunca lo perdonaría…
Eso al menos demostraría que aún se preocupaba por él, aunque fuera un poco.
Pero ella lo perdonó fácilmente, señal de que ya no le importaba.
Significaba que lo que él había hecho para herirla ya no tenía importancia para ella.
Mauro se sentía amargado por dentro, pero se sentía impotente para cambiar las cosas.
Azula continuó, “Ya no soy la Azula tímida de antes, y tú ya no eres el Mauro que conocí. Pero mi deseo
de vivir bien, feliz, libre y con dignidad nunca ha cambiado.”
Mauro abrió la boca, pero no logró articular ninguna palabra.
Azula lo miró fijamente. “Mauro, ¿estás dispuesto a darme esa oportunidad?”
Su tono seguía siendo neutral, como si no le importara su respuesta.
¿Podía decir que no?
No podía.
Él lo entendió demasiado tarde: amar a alguien no era poseerla, sino desear que viva la vida que ella deseaba.